lunes, 12 de mayo de 2014

Temas de Hoy


HOY

El DIMINUTIVITO.

El diminutivo merece especial análisis y esta no será la ocasión porque tengo que ir a pelar papas.
Seguro que hubiera conmovido su corazón, querido lector (mamá), si hubiera dicho "tengo que pelar papitas". ¿Puede creerlo? ¿Puede sentirlo? El diminutivo es el accidente morfológico más comprador y tierno que podrá usted encontrar en la lengua castellana.

La COMPROBACIÓN
Piense en un gato. ¿Lindo no? Ahora piense en un gatito. ¡Es increíble! Cómo puede ser que un simple -ito o -ita dé lugar a este vagaje de boludés.
Pues bien, hagamos una prueba: piense en un viejo decrépito apestando a mierda. Ahora piense en un bebé apestando a mierda. Por alguna razón, y pese a la mierda, nos inclinaremos hacia el bebé cuasi instintivamente. Exactamente lo mismo pasa con las palabras: el diminutivo no es sonso.

De hecho, más allá de los gustos personales concretos, se tiende a preferir "chiquito y juguetón" que "grande y dormilón". ¿La razón? El diminutivo.

La HIPÓTESIS: el diminutivo da a las palabras un dejo de ingenuidad, ternura, cuasicuasipelotudés, y nos saca una sonrisa, nos compra, nos enamora.

La EXCEPCIÓN QUE CONFIRMA LA REGLAlechita. Una palabra que podría ser tiernita, pero no. Es perversa, cochina, lujuriosa.
Decir "es la hora de tomar la leche" es dejarla picando, pero asegurar "es la hora de tomar la lechita"... es irse al carajo.

El AVISO A LA COMUNIDAD: haga un uso inteligente del diminutivo. No abuse. El diminutivo es un arma de doble filo y usted puede quedar como un verdadero pelotudo si no se modera.

La CONCLUSIÓN: No sé. Tenía ganas de decir la palabra "lechita".

la DESPEDIDA: chaucito.



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